Te estoy extrañando y, la verdad, no se.
No se si está bien que te tome este cariño tan pronto.
No es que me preocupe por seguir las reglas de un manual de instrucciones ni nada parecido, no.
Pero si voy a ser como dijimos, si voy a ser totalmente sincera, no quiero volver a sufrir más.
Esto que te digo (que le digo a otras personas, vos de seguro nunca lo leerás o lo leerás en un tiempo en donde ya no importa) no es para alarmarse ni tirar todo por la borda.
Lo digo porque quiero dejar de vivir siempre la misma historia repetida, quiero dejar de ser la Rocío que fue en estos años. Bueno, quiero dejar de ser todo lo malo que fue Rocío en estos años.
Y si te lo digo a vos (sabes que no te lo digo a vos, no quiero volver a repetir lo mismo), es porque
creo en vos y que me vas a hacer abrir los ojos a las estupideces que cometo incontables veces.
Creo que esta vez, con vos, puedo romper algunos parámetros que antes no me animé ni a entender.
Creo que esta vez, puedo aceptar tu ayuda, puedo aceptar que ya no tengo que seguir así. Que si me quejo, tengo que tratar de cambiar lo que me molesta. Sino, es pura apariencia.
Y bueno, sigo extrañándote. Hoy te extrañé como una estúpida, mirando a cada rato en todos lados buscando una señal de que malinterpreté todo, de que por un mensaje de texto las cosas no cambian y que seguís queriendo lo mismo que querías el viernes.
Perdón, por si te molestan algunas cosas de mi. Ya sé que dijimos que a estas alturas no somos nadie para remarcar los defectos del otro, pero a veces uno piensa las cosas, aunque no las diga. En realidad, el perdón está de más. Sabes que no me arrepiento de lo que soy, pero voy tratando de a poco de cambiar las cosas que ni a mi me gustan, esas que ya vienen en nosotros.
Te extraño, por fin se lo que siento. Extraño tus palabras. Por favor, Rocío quiere dejar de extrañar.
27.7.10
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