6.11.09
"A veces he creído odiarlo: Tanta frialdad no parecía humana. Me trató como los niños tratan a sus juguetes: Los primeros días los miran con avidez, les besan los ojos cuando son muñecos, los acarician cuando son automóviles; y luego, cuando ya saben como se los puede hacer gritar o chocar, los abandonan en un rincón. Yo no me resigné a ese abandono porque sospecho que él tuvo que librar una batalla consigo mismo para abandonarme."
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Sólo palabras sinceras.