28.4.10

Hay días en que no nos creemos ni a nosotros mismos:



El intentar negarlo todo, vernos completamente raros. ¿Qué es eso?

Es mirarme en el espejo y no darme cuenta de que esos ojos son míos, de que esa nariz, esa boca es mía. Es ignorar que todas esas cosas que le pasaron a una chica de pelo marrón (con naranja) y ojos totalmente marrones que se llama Rocío, me pasaron a mí. Es contradecir la realidad, es pensar que a mi nunca me jugó en contra la distancia, que a mí jamás me dijeron "sos mucha mina para mi" (...) ni me regalaron un helado. Es sentir que mi vida es un papel en blanco que esperé 15 años para comenzar a llenar. ¿Qué estoy loca? Puede ser. Pero que esté loca no quiere decir que esté equivocada.
Es algo tan extraño, tan raro y estúpido esto que sentí alguna que otra vez y que ahora escribo en un papel. Es como cuando de chiquita decía la palabra "ROPERO" 15 veces y esta perdía su significado. Después miraba a esa cosa cuadrada, grande y de madera; y me preguntaba a mí misma: "Eso no es un ropero. Entonces, ¿qué mierda es un ropero?". Es que cuando sos chiquito te cuestionas TODO. Pero cuando creces un poco, cuestionas a TODOS (uno mismo incluido).
Creo que hasta habría que agradecer estas cosas. El cuestionarnos TODO/TODOS -a veces sin respuesta alguna-, el sentirnos extraños en nuestro propio cuerpo, en nuestra propia vida. Porque sino, ¿qué gracia tendría? Conocernos de pies a cabeza, de memoria, repitiendo siempre el mismo discursito. No tener que formular ni una mísera preguntita, ni un "¿cómo estás" sin interés en la respuesta, porque ya tenemos y sabemos todas las respuestas.
El ser una caja llena de sorpresas nos saca de la monotonía. Y la monotonía mata. porque aunque tengas todo tu día, toda tu vida planeada; uno no sabe que puede pasar de nuestra cabeza para afuera. Aunque quieras manejar el karma, el destino o la voluntad de Dios (como vos quieras llamarlo), no podes. No es que no podes, es que te maneja a vos. Porque si nos creyéramos todos a nosotros mismos, nos aburriría todo. Te aburrirías de mi nombre sin siquiera preguntarme como me llamo, te aburrirías de mis ojos sin siquiera mirarme.
Hay personas que se aburren de todo. Sí. pero se aburren de todo por miedo. Rechazaron aquella voluntad de Dios, destino o karma y se resignaron a vivir toda la vida con la misma cara. Aunque la resignación sea de las peores cosas, nunca es tarde para cambiar.
Aunque ahora te rías de mí y me lo niegues:
NUNCA ES TARDE PARA SER FELIZ.

2 comentarios:

  1. nunca, pero nunca va a ser tarde.. por suerte existen esas cositas de las que nos podemos alimentar para seguir pensando que la felicidad nos puede llegar, siempre existe algo..

    ResponderEliminar

Sólo palabras sinceras.